TODOS LOS SANTOS

miércoles, 27 de mayo de 2009

SAN AGUSTÍN DE CANTORBERY


En el foro de Roma hormigueaba una muchedumbre de esclavos de todos los países: sirios de largo manto, negros de la Nubia, africanos de espaldas desnudas, griegos de hermoso perfil y hombres del Norte cubiertos de pieles. Por el mercado discurrían sacerdotes y monjes mezclados a la turba de compradores y vendedores. Entre ellos estaba Gregorio, el dulce abad de Monte Celio. Su alma piadosa le detuvo ante un grupo de jóvenes. Habíale sorprendido vivamente la belleza de aquellos mancebos, la blancura de su tez y la largura de sus cabellos rubios.

— ¿De dónde son estos esclavos?—preguntó el mercader.

—De la isla de Bretaña—dijo éste—, donde aún no se conoce a Cristo.

—¡Qué lástima—exclamó Gregorio—que la gracia de sus frentes coincida con un alma vacía de la gracia interior! Pero, ¿cuál es su nación?

—Son anglos.

—Sí, figura de ángeles tienen, y es preciso que lleguen a ser hermanos de los ángeles del Cielo. ¿Y su provincia?

—Su provincia es Deïra, uno de los reinos de Nortumbría.

— ¡Nombre simbólico también! De ira eruti, porque serán sacados de la ira de Dios para ir a la misericordia de Cristo. Y el rey de este país, ¿cómo se llama?

—Alle.

—Otro nombre de buen augurio; pronto se cantará el Alleluia en su reino.

Así cuenta el Venerable Beda el incidente que dio origen a la evangelización de Inglaterra. El buen abad compró los bellos esclavos y se los llevó á su monasterio de San Andrés, y en su cabeza brotó la idea de ir a la tierra de los anglos. Pero el pueblo romano no lo dejó, y poco después fue aclamado Papa y se llamó Gregorio Magno.

Había en su monasterio un prior muy santo y muy noble que se llamaba Agustín; y a él encomendó el gran Pontífice la misión que personalmente no había podido realizar. Aquel monasterio, hoy iglesia de San Gregorio, que se levantaba en la parte occidental del Monte Celio, entre el gran Circo, las termas de Caracalla y el Coliseo, había de ser la cuna de la civilización inglesa.

De allí salió Agustín con otros cuarenta compañeros en el año de gracia de 596. A pie y descalzos, llegaron a la famosa abadía de Leríns, donde les contaron terribles relatos acerca del pueblo que iban a convertir. Dijéronles, en resumen, que en aquel pueblo de bestias salvajes les aguardaba una muerte segura. Agustín volvió a Roma para representar a Gregorio tales peligros; pero recibió la orden de seguir adelante.

A pesar de las cartas pontificias, nuestros misioneros tuvieron que sufrir en muchas partes las burlas y aullidos de niños y mujeres, que se extrañaban de ver aquel pelotón de hombres mal trajeados y cubiertos del polvo del camino. A principios del año 597 desembarcaron en la región del Thanet, cerca del puerto romano de Richborugh, entre Sandwich y Ramsgate, en el mismo lugar donde había desembarcado Julio César y Hengist, el conquistador anglosajón.


CATEDRAL DE CANTERBURY

Estaban en la tierra del reino de Kent, que obedecía entonces a Etelberto. Era éste generoso y liberal, aunque pagano. Al principio no permitió a los monjes romanos pasar adelante. Poco después, él mismo salió a su encuentro, pero los recibió debajo de una encina, temiendo que sería víctima de algún maleficio si se hallaba bajo un mismo techo con aquellos extranjeros. Sentáronse los cuarenta monjes delante de él, y Agustín expuso el objeto de su venida. La respuesta del rey fue sincera y leal: «Bellas son las palabras y promesas que nos traéis; pero, como podéis comprender, todo esto es nuevo e incierto para mí. No puedo dar fe a ello inmediatamente, abandonando todo lo que mi nación viene observando hace tanto tiempo. Mas, puesto que habéis venido para comunicarnos lo que, a vuestro juicio, es la verdad y el bien supremo, no os haremos ningún mal; al contrario, os daremos hospitalidad y medios de vivir; os dejaremos libertad para predicar vuestra religión y convertiréis a los que podáis.»

El carácter inglés tiene fama de amplio y liberal, y aunque no siempre ha sido consecuente consigo mismo, estas primeras relaciones de unos reyes con la Iglesia están de acuerdo con el artículo fundamental de sus cartas y libertades.

Los cuarenta misioneros hicieron luego su entrada triunfal en la capital de Kent, Cantorbery. Iban procesionalmente. San Agustín les precedía; su alta estatura y su prestancia patria atraían las miradas, pues su cabeza y sus hombros se alzaban por encima de la cabeza de los demás. Junto a él, un monje llevaba la cruz de plata y otro un estandarte de madera en que se veía dibujada la imagen de Cristo. Cuarenta voces cantaban en el ritmo gregoriano: «Conjurámoste, Señor, por tu misericordia, que apartes tu ira de esta ciudad y de tu santa casa, porque hemos pecado. Alleluia.» «La historia de la Iglesia—dice Bossuet—no tiene nada más bello que la entrada de este santo monje Agustín en el reino de Kent con cuarenta de sus compañeros, que precedidos de la cruz y de la imagen del gran Rey, Cristo, hacían votos solemnes por la conversión de Inglaterra.»

Agustín empezó la conquista espiritual derramando a sus monjes por el reino. Mucho le ayudó la reina Berta, que era católica y descendiente de Clodoveo. Dios quiso bendecir con grandes prodigios estos primeros trabajos, y grandes muchedumbres iban a pedir el bautismo; el mismo rey, el bueno y generoso Etelberto, renunció a la religión de Odín el día de Pentecostés del año 597. Como prueba de la sinceridad de su conversión, cedió a Cristo su palacio, que desde entonces fue la iglesia catedral de Cantorbery y primada de Inglaterra.

San Gregorio no pudo contener el arrebato de su alegría cuando supo tales sucesos. Esa alegría se desborda en las cartas que escribió por esta época: «Gloria a Dios—escribía a su amigo Agustín—; gloria a Dios en lo más alto de los Cielos; gloria a Dios, que no ha querido reinar solamente en los Cielos; cuya muerte es nuestra vida; cuya debilidad es nuestra fuerza; cuyo amor nos envía a buscar hasta la isla de Bretaña hermanos desconocidos; cuya bondad nos hace encontrar lo que buscábamos sin conocerlo. ¿Quién podrá contar la exaltación de todos los corazones fieles desde que la nación inglesa, por la gracia de Dios y su trabajo fraternal, está inundada de la santa luz y se prosterna ante el Dios Todopoderoso?»

«Ved esa Bretaña—decía predicando—, cuya lengua no sabía más que lanzar bárbaros sonidos; ved cómo hace resonar el Alleluia de los hebreos. Ved esos mares furiosos que se humillan dócilmente a los pies de los santos, y esas razas salvajes que los principes de la tierra no podían doblar por el hierro, encadenadas por las palabras de los sacerdotes. Ese pueblo fiero se turba ante la lengua de los humildes; tiene miedo, pero del pecado, y sus concupiscencias han sido encaminadas hacia la gloria eterna.»

Al mismo tiempo escribía al jefe de los misioneros, exhortándole a la humildad, a pesar de los milagros que Dios hacía por su mano, y dándole tan sabios consejos sobre la organización de la misión, que alguien ha llamado a esa epístola el «código de las misiones». En el año 601 le enviaba el palio arzobispal, con el poder de erigir cuantos obispados creyese convenientes. A la vez llegaba a Inglaterra una nueva colonia de monjes romanos. Agustín envió algunos de ellos al reino del Sur, Essex, donde también se abría camino la luz del Evangelio.

La mies era mucha, los operarios pocos. El arzobispo quiso aprovechar la ayuda de los sacerdotes y monjes bretones del País de Gales; pero éstos odiaban a los anglosajones, que les habían arrojado de su tierra. La mayor parte de estos monjes pertenecían al monasterio de Bangor, donde vivían entonces 3.000 religiosos. En la primera conferencia que San Agustín tuvo con ellos, no pudo conseguir nada, a pesar de que Dios había confirmado su misión con un milagro. Reunióse otra conferencia, a la que asistieron los más sabios doctores de Bangor. Estos habían consultado a un santo monje, preguntándole si debían escuchar a Agustín y abandonar sus tradiciones sobre la Pascua, sobre la tonsura y sobre la administración del bautismo.

—Sí—les había dicho el anacoreta—, con tal de que sea un hombre de Dios.

—Y ¿cómo sabremos esto?

—Si es dulce y humilde de corazón, es prueba de que lleva el yugo de Cristo; si es duro y orgulloso, no debéis escucharlo. Para conocerlo, dejadlo llegar el primero al lugar del Concilio; si se levanta al veros, es un siervo de Jesucristo; si no se levanta, devolved desprecio con desprecio.

Desgraciadamente, cuando llegaron los bretones, Agustín estaba ya sentado more romano, y no se levantó para recibirlos; lo cual hizo fracasar todas las negociaciones. Esta vez San Agustín se despidió diciendo a los monjes de Bangor: «Puesto que no queréis enseñar a los ingleses el camino de la vida, recibiréis de ellos el castigo de la muerte.»

Algunos años más tarde, Etelfrido, rey de los anglos del Norte, todavía paganos, invadió la región de Cambria. Al empezar el combate vio una columna de hombres sin armas, postrados en tierra; preguntó quiénes eran, y le dijeron que los monjes de Bangor, venidos para rezar por sus hermanos durante la lucha. «Si rezan por mis enemigos, combaten contra mí», dijo el rey, y mandó dirigir contra ellos el primer ataque. Mil doscientos monjes murieron allí, mártires de la fe y de su patria.

San Agustín continuó la evangelización, prescindiendo del clero indígena; en muchas partes, los neófitos subían por millares de las aguas heladas del Támesis, de suerte que se vio obligado a crear los obispados de Londres y Rochester.

No faltaban, sin embargo, los trabajos. Muchas veces los paganos los recibían con burlas y desprecios, y en cierta ocasión un pueblo marítimo salió contra los misioneros, arrojándoles las colas y desperdicios de los peces, que se pegaron a los hábitos de los siervos de Dios.

La vida de este gran apóstol fue muy corta; pero al morir dejaba organizada la magna empresa de la evangelización de los anglosajones. Su muerte acaeció en 605, dos meses después de la de San Gregorio, y su apostolado sólo había durado siete años, espacio muy breve para la obra que realizó.

martes, 26 de mayo de 2009

SAN FELIPE NERI



San Felipe nació en Florencia, Italia, en 1515. Su padre se llamaba Francisco Neri. Desde pequeño demostraba tal alegría y tan grande bondad, que la gente lo llamaba "Felipín el bueno". En su juventud dejó fama de amabilidad y alegría entre sus compañeros y amigos.

Habiendo quedado huérfano de madre, lo envió su padre a casa de un tío muy rico, el cual planeaba dejarlo heredero de todos sus bienes. Pero allá Felipe se dio cuenta de que las riquezas le podían impedir el dedicarse a Dios, y un día tuvo lo que él llamó su primera "conversión". Y consistió en que se alejó de la casa del riquísimo tío y se fue para Roma llevando únicamente la ropa que llevaba puesta. En adelante quería confiar solamente en Dios y no en riquezas o familiares pudientes.

Al llegar a Roma se hospedó en casa de un paisano suyo de Florencia, el cual le cedió una piecita debajo de una escalera y se comprometió a ofrecerle una comida al día si él les daba clases a sus hijos. La habitación de Felipe no tenía sino la cama y una sencilla mesa. Su alimentación consistía en una sola comida al día: un pan, un vaso de agua y unas aceitunas. El propietario de la casa, declaraba que desde que Felipe les daba clases a sus hijos, estos se comportaban como ángeles.

Los dos primeros años Felipe se ocupaba casi únicamente en leer, rezar, hacer penitencia y meditar. Por otros tres años estuvo haciendo estudios de filosofía y de teología.

Pero luego por inspiración de Dios se dedicó por completo a enseñar catecismo a las gentes pobres. Roma estaba en un estado de ignorancia religiosa espantable y la corrupción de costumbres era impresionante. Por 40 años Felipe será el mejor catequista de Roma y logrará transformar la ciudad.

Felipe había recibido de Dios el don de la alegría y de amabilidad. Como era tan simpático en su modo de tratar a la gente, fácilmente se hacía amigo de obreros, de empleados, de vendedores y niños de la calle y empezaba a hablarles del alma, de Dios y de la salvación.

Una de sus preguntas más frecuentes era esta: "amigo ¿y cuándo vamos a empezar a volvernos mejores?". Si la persona le demostraba buena voluntad, le explicaba los modos más fáciles para llegar a ser más piadosos y para comenzar a portarse como Dios quiere.

A aquellas personas que le demostraban mayores deseos de progresar en santidad, las llevaba de vez en cuando a atender enfermos en hospitales de caridad, que en ese tiempo eran pobrísimos y muy abandonados y necesitados de todo.

Otra de sus prácticas era llevar a las personas que deseaban empezar una vida nueva, a visitar en devota procesión los siete templos principales de Roma y en cada uno dedicarse un buen rato a orar y meditar. Y así con la caridad para los pobres y con la oración lograba transformar a muchísima gente.


Desde la mañana hasta el anochecer estaba enseñando catecismo a los niños, visitando y atendiendo enfermos en los hospitales, y llevando grupos de gentes a las iglesias a rezar y meditar. Pero al anochecer se retiraba a algún sitio solitario a orar y a meditar en lo que Dios ha hecho por nosotros. Muchas veces pasó la noche entera rezando. Le encantaba irse a rezar en las puertas de los templos o en las catacumbas o grandes cuevas subterráneas de Roma donde están encerrados los antiguos mártires.

Lo que más pedía Felipe al cielo era que se le concediera un gran amor hacia Dios. Y la vigilia de la fiesta de Pentecostés, estando aquella noche rezando con gran fe, pidiendo a Dios el poder amarlo con todo su corazón, éste se creció y se le saltaron dos costillas. Felipe entusiasmado y casi muerto de la emoción exclamaba: "¡Basta Señor, basta! ¡Que me vas a matar de tanta alegría!". En adelante nuestro santo experimentaba tan grandes accesos de amor a Dios que todo su cuerpo de estremecía, y en pleno invierno tenía que abrir su camisa y descubrirse el pecho para mitigar un poco el fuego de amor que sentía hacia Nuestro Señor. Cuando lo fueron a enterrar notaron que tenía dos costillas saltadas y que estas se habían arqueado para darle puesto a su corazón que se había ensanchado notablemente.


IGLESI DE SAN FELIPE NERI EN ROMA

En 1458 fundó con los más fervorosos de sus seguidores una cofradía o hermandad para socorrer a los pobres y para dedicarse a orar y meditar. Con ellos fundó un gran hospital llamado "De la Santísima Trinidad y los peregrinos", y allá durante el Año del Jubileo en 1757, atendieron a 145,000 peregrinos. Con las gentes que lo seguían fue propagando por toda Roma la costumbre de las "40 horas", que consistía en colocar en el altar principal de cada templo la Santa Hostia, bien visible, y dedicarse durante 40 horas a adorar a Cristo Sacramentado, turnándose las personas devotas en esta adoración.

A los 34 años todavía era un simple seglar. Pero a su confesor le pareció que haría inmenso bien si se ordenaba de sacerdote y como había hecho ya los estudios necesarios, aunque él se sentía totalmente indigno, fue ordenado de sacerdote, en el año 1551.

Y apareció entonces en Felipe otro carisma o regalo generoso de Dios: su gran don de saber confesar muy bien.


Ahora pasaba horas y horas en el confesionario y sus penitentes de todas las clases sociales cambiaban como por milagro. Leía en las conciencias los pecados más ocultos y obtenía impresionantes conversiones. Con grupos de personas que se habían confesado con él, se iba a las iglesias en procesión a orar, como penitencia por los pecados y a escuchar predicaciones. Así la conversión era más completa.

San Felipe quería irse de misionero al Asia pero su director espiritual le dijo que debía dedicarse a misionar en Roma. Entonces se reunió con un grupo de sacerdotes y formó una asociación llamada el "Oratorio", porque hacían sonar una campana para llamar a las gentes a que llegaran a orar. El santo les redactó a sus sacerdotes un sencillo reglamento y así nació la comunidad religiosa llamada de Padres Oratorianos o Filipenses. Esta congregación fue aprobada por el Papa en 1575 y ayudada por San Carlos Borromeo.


CONVENTO DE SAN FELIPE NERI EN BOLIVIA


San Felipe tuvo siempre en don de la alegría. Donde quiera que él llegaba se formaba un ambiente de fiesta y buen humor. Y a veces para ocultar los dones y cualidades sobrenaturales que había recibido del cielo, se hacía el medio payaso y hasta exageraba un poco sus chistes y chanzas. Las gentes se reían de buena gana y aunque a algunos muy seriotes les parecía que él debería ser un poco más serio, el santo lograba así que no lo tuvieran en fama de ser gran santo (aunque sí lo era de verdad).

En su casa de Roma reunía centenares de niños desamparados para educarlos y volverlos buenos cristianos. Estos muchachos hacían un ruido ensordecedor, y algunos educadores los regañaban fuertemente. Pero San Felipe les decía: "Haced todo el ruido que queráis, que a mí lo único que me interesa es que no ofendáis a Nuestro Señor. Lo importante es que no pequéis. Lo demás no me disgusta". Esta frase la repetirá después un gran imitador suyo, San Juan Bosco.

Una vez tuvo un ataque fortísimo de vesícula. El médico vino a hacerle un tratamiento, pero de pronto el santo exclamó: "Por favor háganse a un lado que ha venido Nuestra Señora la Virgen María a curarme". Y quedó sanado inmediatamente.


A varios enfermos los curó al imponerles las manos. A muchos les anunció lo que les iba a suceder en el futuro. En la oración le venían los éxtasis y se quedaba sin darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor. Muchas personas vieron que su rostro se llenaba de luces y resplandores mientras rezaba o mientras celebraba la Santa Misa. Y a pesar de todo esto se mantenía inmensamente humilde y se consideraba el último de todos y el más indigno pecador.

Los últimos años los dedicó a dar dirección espiritual. El Espíritu Santo le concedió el don de saber aconsejar muy bien, y aunque estaba muy débil de salud y no podía salir de su cuarto, por allí pasaban todos los días numerosas personas. Los Cardenales de Roma, obispos, sacerdotes, monjas, obreros, estudiantes, ricos y pobres, jóvenes y viejos, todos querían pedirle un sabio consejo y volvían a sus casas llenos de paz y de deseos de ser mejores. Decían que toda Roma pasaba por su habitación.

Empezó a sentir tales fervores y tan grandes éxtasis en la Santa Misa, después de la consagración, que el que le acolitaba, se iba después de la elevación y volvía dos horas después y alcanzaba a llegar para el final de la misa.

El 25 de mayo de 1595 su médico lo vio tan extraordinariamente contento que le dijo: "Padre, jamás lo había encontrado tan alegre", y él le respondió: "Me alegré cuando me dijeron: vayamos a la casa del Señor". A la media noche le dio un ataque y levantando la mano para bendecir a sus sacerdotes que lo rodeaban, expiró dulcemente. Tenía 80 años.

El Papa lo declaró santo en el año 1622 y las gentes de Roma lo consideraron como a su mejor catequista y director espiritual.


RELIQUIAS DE SAN FELIPE NERI EN ROMA

lunes, 25 de mayo de 2009

SANTA MARÍA MAGDALENA DE PAZZI


Religiosa
(Año 1607)
Nació en Florencia, Italia, en el año 1556, de la familia Pazzi que dio a la nación famosos políticos y militares y a la Iglesia Católica una de sus más grandes santas.
Su padre era gobernador y la internó desde muy pequeña en un convento de monjas. Allí se encariñó grandemente con las prácticas de piedad y con la vida de retiro y espiritualidad.
Era muy hermosa y de muy amable trato, y su familia la quería casar con alguno de la alta clase social, pero la jovencita demostraba tan grande inclinación a la vida religiosa que tuvieron que permitirle que se fuera a un convento.
Escogió el convento de las Carmelitas porque allá le permitían comulgar con frecuencia. Hizo sus tres votos o juramentos de pobreza, castidad y obediencia antes que las demás novicias, porque le llegó una grave enfermedad que la llevó casi a las puertas de la muerte.




Una frase que le impresionó mucho fue aquella de San Pablo que le dijo el sacerdote el día en que le colocó el crucifijo que llevan las religiosas: "A mí líbreme Dios de gloriarme en cualquier otra cosa que no sea la cruz de Jesucristo". Desde ese día se llenó de un inmenso deseo de sufrir por amor a Jesús.
Cuando la transportaban a la enfermería después de hacer sus tres votos, Magdalena tuvo su primer éxtasis que le duró más de una hora. Su rostro apareció ardiente, y deshecha en lágrimas sollozaba y repetía: "Oh amor de Dios que no eres conocido ni amado: ¡cuan ofendido estás!". En los siguientes cuarenta días tuvo inmensas consolaciones espirituales y recibió gracias extraordinarias.



Los especialistas dicen que cuando un alma se consagra totalmente al servicio de Dios, el Señor le concede al principio muy agradables consolaciones espirituales, a fin de prepararle para los grandes sufrimientos y las terribles pruebas que vendrán después. Luego les llegan días de tinieblas interiores para acabar con todo rastro de egoísmo y llenar el alma de humildad y para convencerse de la gran necesidad que tienen de la ayuda de Dios. Así le sucedió a nuestra santa.
Dios le mostró las inmensas ventajas que consiguen para su alma y para la santificación de otras personas, quienes sufren con paciencia. Y desde entonces fue creciendo sin cesar su deseo de sufrir por Cristo y por la conversión de los pecadores.



A una religiosa que le preguntaba cómo podía soportar sus dolores sin proferir ni una sola palabra de impaciencia, le respondió: "Pensando y meditando en los sufrimientos que Jesucristo padeció en su santísima Pasión y muerte. Quien mira las heridas de Jesús crucificado y medita en sus dolores, adquiere un gran valor para sufrir sin impacientarse y todo por amor a Dios".
Santa María Magdalena de Pazzi escogió un lema o programa de vida que se ha hecho famoso. Decía así: "No morir, sino sufrir". "Ni morir ni curar, sino vivir para sufrir". Y repetía "Oh, si la gente supiera cuan grandes son los premios que se ganan sufriendo por amor a Jesucristo, todos aceptarían con verdadero gozo sus sufrimientos, por grandes que sean".
Después de uno de sus éxtasis contaba: "Vi el amor inmenso que nos tiene Nuestro Señor y vi también que las almas que ofrecen sus sufrimientos uniéndolos a los sufrimientos de Cristo se vuelven inmensamente hermosas. ¡Oh, si las gentes supieran lo mucho que ganan cuando ofrecen a Dios sus padecimientos!".
En medio de su éxtasis hablaba con un ser invisible, y abrazando su crucifijo, con rostro brillante exclamaba: "Oh Jesús mío: concédeme palabras eficaces para convencer al mundo de que tu amor es grande y verdadero y que nuestro egoísmo es engañoso y tramposo".
Y en sus conversaciones buscaba siempre almas que quisieran dedicar su vida entera a amar a Jesucristo y ofrecer por El todos los sufrimientos de cada día y de cada hora, con todo el amor de su espíritu.
Le aparecieron en sus manos y en pies los estigmas o heridas de Cristo Crucificado. Le producían dolores muy intensos, pero ella se entusiasmaba al poder sufrir más y más por hacer que Cristo fuera más amado y más obedecido y por obtener que más almas se salvarán.
Tres religiosas, encargadas por el director espiritual escribían lo que ella iba diciendo, especialmente las revelaciones que recibía durante su éxtasis. Y de todo esto salió el libro titulado "Contemplaciones", que llegó a ser un verdadero tratado de teología mística. San Alfonso de Ligorio apreciaba inmensamente este libro y en sus obras lo cita muchísimas veces.
Martirizada en su cuerpo por heridas dolorosísimas, cuando los dolores se volvían insoportables, ella pedía valor al Señor diciéndole: "Ya que me has dado el dolor, concédeme también el valor". Y recibía fuerzas sobrenaturales para seguir sufriendo sin impacientarse ni quejarse.




Además de los dolores físicos le llegó lo que los santos llaman "La noche oscura del alma". Una cantidad impresionante de tentaciones impuras. Sentimientos de tristeza y desgano espiritual. Falta de confianza y de alegría. Sufría de violentos dolores de cabeza y se paralizaba frecuentemente. La piel se le volvía tan sensible que el más leve contacto le producía una verdadera tortura. Pero en medio de tantos suplicios seguía repitiendo: "Ni sanar ni morir, sino vivir para sufrir".
Veía el futuro y leía los pensamientos. A Alejandro de Médicis le dijo que un día sería Sumo Pontífice pero que duraría poco en el cargo, y así sucedió. Se bilocaba, o sea se aparecía a gentes que estaban muy distantes y les llevaba mensajes. Curó varios enfermos. Los viernes sufría varios de los dolores que Cristo padeció el Viernes Santo. Y repetía siempre: "Señor: ¡hágase tu santa voluntad!".
El 25 de mayo del año 1607, al morir quedó bella y sonrosada. Tenía apenas 41 años. Su cuerpo se conserva todavía incorrupto en el convento carmelita de Florencia donde pasó su vida.

«Santa María Magdalena de Pazzi permanece como una presencia espiritual para las carmelitas de la antigua observancia» -señala Benedicto XVI-, quienes ven en ella «la "hermana" que recorrió enteramente la vía de la unión transformante con Dios y que indica en María la "estrella" del camino hacia la perfección». «Para todos, esta gran santa tiene el don de ser maestra de espiritualidad, especialmente para los sacerdotes, hacia los cuales alimentó siempre una verdadera pasión.

¡Oh amor, amor, amor! ¡Basta, basta! Es demasiado. Eres un loco, estás loco de amor. Eres la pena y el consuelo, la fatiga y el descanso, la muerte y la vida. Eres todo amable y deseable, nutritivo y unitivo, deleitante y confortante. ¡Oh amor, amor, tú me haces morir de amor!

EXCLAMACIONES DE SANTA MARÍA MAGDALENA DE PAZZI

domingo, 24 de mayo de 2009

LA ORACIÓN DE JUAN PABLO II (INTERCESORA)

ORACIÓN PARA IMPLORAR FAVORES
POR INTERCESIÓN DEL SIERVO DE DIOS EL PAPA JUAN PABLO II

Oh Trinidad Santa, te damos gracias por haber concedido a la Iglesia al Papa Juan Pablo II y porque en él has reflejado la ternura de Tu paternidad, la gloria de la Cruz de Cristo y el esplendor del Espíritu de amor. El, confiando totalmente en tu infinita misericordia y en la maternal intercesión de María, nos ha mostrado una imagen viva de Jesús Buen Pastor, indicándonos la santidad, alto grado de la vida cristiana ordinaria, como camino para alcanzar la comunión eterna Contigo. Concédenos, por su intercesión, y si es Tu voluntad, el favor que imploramos, con la esperanza de que sea pronto incluido en el número de tus santos.
Padrenuestro. Avemaría. Gloria.
Con aprobación eclesiástica

CARD. CAMILLO RUINI
Vicario General de Su Santidad
para la Diócesis de Roma
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Se ruega a quienes obtengan gracias por intercesión del Siervo de Dios Juan Pablo II, las comuniquen al Postulador de la Causa, Monseñor Slawomir Oder. Vicariato di Roma. Piazza San Giovanni in Laterano 6/A 00184 ROMA . También puede enviar su testimonio por correo electrónico a la siguiente dirección: postulazione.giovannipaoloii@vicariatusurbis.org

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viernes, 22 de mayo de 2009

SANTA JOAQUINA VEDRUNA



Vio la luz en Barcelona el 16 de abril de 1783, siendo bautizada ese mismo día en la parroquia de Santa María del Pino. Fueron sus padres Lorenzo de Vedruna y Teresa Vidal, que le dan una excelente formación cristiana.

A los 16 años, contrajo matrimonio con Teodoro de Mas (24.3.1799) con quien vive en matrimonio 17 años y con quien tuvo nueve hijos: 2 niños y 7 niñas. Muertos 3 de ellos en la niñez (Francisco, Joaquina y Carlota) y los otros: Ana y Teresa fueron franciscanas, José Joaquín y también su otra hermana, Inés, se casan, y las otras hermanas Teodora y María del Carmen serán cistercienses. Perdió a su esposo en 1816.



Era dirigida espiritualmente por el P. Esteban de Olot, Capuchino. Diez años más tarde, por inspiración divina y con el patrocinio de Mons. Pablo de Jesús Corcuera, obispo de Vich, fundaba en los comienzos de 1826, la Congregación de Hermanas Carmelitas de la Caridad (Que se llamaron en un comienzo congregación de Hermanas Penitentes Menores).

El 6 de enero de 1826 emitía sus votos y el 26 de febrero del mismo año, el primer grupo, al lado de la Fundadora visten el hábito de carmelitas, en la iglesia de los capuchinos. Siguieron después 28 años de intensa actividad apostólica y vida teologal.



Pudo ver su obra ampliamente difundida por toda Cataluña, siendo numerosas las casas que erigió para el cuidado de los enfermos y para la educación cristiana de los niños, principalmente de los pobres.
Fue muy dada a la contemplación del misterio de la Santísima Trinidad, a cuya luz descubrió los elementos característicos de su espiritualidad: la oración, la mortificación, el abandono de las criaturas, la humildad y la caridad.



En septiembre de 1849, a los 66 años, la Santa sufre un primer ataque de apoplejía. Cinco años después en Barcelona el 28 de Agosto de 1854, un nuevo ataque le hizo morir y entregó su alma a Dios. El Instituto constaba para entonces con 27 casas.


COLEGIO SANTA JOAQUINA DE VEDRUNA (MURCIA)

Actualmente están esparcidas por Europa, América del Norte, América Latina, Japón, India, Africa... Beatificada el 19 de mayo de 1940 por Pío XII y la primera santa canonizada por el papa Juan XXIII, el 12 de abril de 1959.

Oremos: Señor, tú has hecho surgir en la Iglesia a Santa Joaquina de Vedruna para la educación cristiana de la juventud y el alivio de los enfermos; haz que sepamos imitar sus ejemplos y dediquemos nuestra vida a servirte con amor en nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

jueves, 21 de mayo de 2009

SAN CRISTOBAL MAGALLANES, y compañeros


Nace en Totalice, México el 30 de julio de 1869, de familia muy humilde.

Trabaja en el campo hasta los 19 años.

En 1888 ingresa al seminario de Guadalajara donde se distingue por su piedad, honradez y aplicación.

Es ordenado sacerdote en septiembre del 1899 en la iglesia de Santa Teresa en Guadalajara.

Desempeña el cargo de capellán y subdirector de la escuela de artes y oficios en Guadalajara.

Organiza centros de catecismo y escuelas en las rancherías.

Construye una presa para favorecer el riego, funda un asilo para huérfanos y pequeños fraccionamientos de tierra para ayudar a los pobres.

Es párroco de Totalice por 17 años hasta que es fusilado.



El 21 de mayo de 1927 el padre va a celebrar una fiesta religiosa en un rancho cuando se inicia una balacera entre los cristeros y las fuerzas federales comandadas por el general Goñi. Es arrestado y conducido a Totalice donde lo encarcelan junto a su vicario el P. Caloca.

Los trasladan al palacio municipal de Colotitlán donde los fusilan el 25 de mayo de 1927. El P. Cristóbal, antes de ser fusilado dijo: "soy y muero inocente; perdono de corazón a los autores de mi muerte y pido a Dios que mi sangre sirva para la paz de los mexicanos desunidos".

Beatificado: 22 de noviembre de 1992

Canonizado por el Papa Juan Pablo II el 21 de mayo del 2000, en link siguiente puede leer la: Homilía del Santo Padre




Mártires de la persecución contra los cristeros.

miércoles, 20 de mayo de 2009

SAN BERNARDINO DE SIENA



San Bernardino fue el más famoso predicador del 1400 y sus sermones sirvieron de modelos de predicación para muchos oradores en los siglos siguientes.

Nació cerca de Siena en Italia en el año 1380. Su padre era gobernador. El niño quedó huérfano de padre y madre a los siete años. Dos tías se encargaron de su educación y lograron formarlo lo mejor posible en ciencias religiosas y darle una educación muy completa. Sus estudios de bachillerato los hizo con tal dedicación que obtuvo las mejores notas.

Era muy simpático en el trato y las gentes gozaban en su compañía. Pero cuando oía a alguien que empleaba un vocabulario grosero y atrevido le corregía con toda valentía, para que abandonara esa mala costumbre.

Era muy bien parecido y un día un compañero lo incitó a cometer una acción impura. Bernardino le respondió dándole una sonora bofetada. Otro día un estudiante invitó a los compañeros del curso a cometer impurezas y Bernardino los animó a todos contra el impuro y le lanzaron barro y basura por la cara hasta hacerlo salir huyendo. Pero en el resto de su vida Bernardino fue siempre un modelo de amabilidad y bondad.

De joven se afilió a una asociación piadosa llamada "Devotos de Nuestra Señora" que se dedicaba a hacer obras de caridad con los más necesitados. Y sucedió que en el año 1400 estalló en Siena la epidemia de tifo negro. Cada día morían centenares de personas y ya nadie se atrevía a atender los enfermos ni a sepultar a los muertos, por temor a contagiarse. Entonces Bernardino y sus compañeros de la asociación se dedicaron a atender a los apestados. Trabajaban de día y de noche. Bernardino preparaba muy bien a los que ya se iban a morir, para que murieran en paz con Dios y bien arrepentidos de sus pecados.

Y como por milagro, este grupo de jóvenes se libró del contagio de la peste del tifo. Pero cuando pasó la enfermedad, Bernardino estaba tan débil y sin alientos, que estuvo por varios meses postrado en cama, con alta fiebre. Esto le disminuyó mucho las fuerzas de su cuerpo, pero le sirvió enormemente para aumentar la santidad de su alma.



Cuando ya recobró otra vez su salud, de vez en cuando se alejaba de casa y a quienes le preguntaba a dónde se dirigía les respondía: "Voy a visitar a una personita de la cual estoy enamorado". La gente creía que era que se iba a casar, pero un día sus tías le siguieron los pasos y se dieron cuenta de que se iba a una ermita donde había una estatua de la Virgen Santísima y allí le rezaba con gran fervor.



En el año 1402 entró de religioso franciscano. Lo recibieron en un convento cercano a su familia, pero como allí iban muchos amigos a visitarlo pidió que lo enviaran a otro más alejado y donde la disciplina era muy rígida, y así en el silencio, la oración y la mortificación se fue santificando.

Nuestro santo nació el día de la fiesta del nacimiento de la Santísima Virgen, el 8 de septiembre. Y en esa misma fecha recibió el bautismo. Y también un 8 de septiembre recibió el hábito de franciscano y en ese gran día de la Natividad de Nuestra Señora recibió la ordenación sacerdotal (en 1404). Fue pues siempre para él muy grata y muy significativa esta santa fecha.

Los primeros 12 años de sacerdocio los pasó Bernardino casi sin ser conocido de nadie. Vivía retirado, dedicado al estudio y la oración. Dios lo estaba preparando para su futura misión.



The Convent of San Bernardino of Siena in Valladolid


Ni la voz ni las cualidades oratorias le ayudaban a Bernardino para tener éxito en la predicación. Entonces se dedicó a pedir a Nuestro Señor y a la Sma. Virgen que lo capacitaran para dedicarse a evangelizar con éxito y de pronto Dios le envió a predicar. Y esto sucedió de un modo bien singular. Durante tres días seguidos, estando rezando todos los religiosos por la mañana, de pronto un joven novicio, sin poder contenerse, interrumpió la oración y le dijo: "Hermano Bernardino: no ocultes más las cualidades que Dios te ha dado. Vete a Milán a predicar". Iguales palabras le fueron dichas cada uno de los tres días. Todos consideraron que esto era una manifestación de la voluntad de Dios y le aconsejaron que se fuera a la gran ciudad a predicar la Cuaresma. Y los éxitos fueron impresionantes. Las multitudes empezaron a asistir en inmensas cantidades a sus sermones. Al principio le costaba mucho hacerse oír a lo lejos pero le pidió con toda fe a la Virgen Santísima y Ella le concedió una voz potente y muy sonora (en vez de la voz débil y desagradable que antes tenía).



Y desde 1418 hasta su muerte, por 26 años Bernardino recorre pueblos, ciudades y campos predicando de una manera que antes la gente no había escuchado. Se levantaba a las 4 de la mañana y durante horas y horas preparaba sus sermones. Y el efecto de cada predicación era un entusiasmarse todos por Jesucristo y una gran conversión de pecadores. Muchísimos terminaban llorando de arrepentimiento al escuchar sus palabras. Cuando su voz potentísima gritaba en medio de la silenciosa multitud: "Temblad tierra entera, al ver que la criatura se ha atrevido a ofender a su Creador", a las gentes les parecía que el piso se movía debajo de sus pies y empezaban a llorar con gran arrepentimiento. Casi siempre tenía que predicar en las plazas y campos porque en los templos no cabía la gente que deseaba escucharle.

Recorrió todo su país (Italia) a pie, predicando. Cada día predicaba bastantes horas y varios sermones. A todos y siempre les recomendaba que se arrepintieran de sus pecados y que hicieran penitencia por su vida mala pasada. Atacaba sin compasión los vicios y las malas costumbres e invitaba con gran vehemencia a tener un intenso amor a Jesucristo y la Virgen María.

Por todas partes llevaba y repartía un estandarte con estas tres letras: JHS (Jesús, Hombre, Salvador) e invitaba a sus oyentes a sentir un gran cariño por el nombre de Jesús. Donde quiera que San Bernardino predicaba, quedaban muchos estandartes en palacios y casas con sus tres letras: JHS.

En Polonia predicó contra los juegos de azar y las gentes quemaron todos los juegos de azar que tenían. Un fabricante de naipes se quejó con el santo diciéndole que lo había dejado en la ruina, y él aconsejó: "Ahora dedíquese a imprimir estampas de Jesús". Así lo hizo y consiguió más dinero que el que había logrado conseguir imprimiendo cartas de naipe.

Los envidiosos lo acusaron ante el Papa diciendo que Bernardino recomendaba supersticiones. El Papa le prohibió predicar, pero luego lo invitó a Roma y lo examinó delante de los cardenales y quedó tan conmovido el Sumo Pontífice al oírle sus predicaciones, que le dio orden para que pudiera predicar por todas partes.

Durante 80 días predicó en Roma e hizo allí 114 sermones con enorme éxito.

El Papa quiso nombrarlo arzobispo, pero el santo no se atrevió a aceptar. Entonces lo nombraron superior de los franciscanos, porque era el que más vocaciones había conseguido para esa comunidad.

Cuando Bernardino entró en la comunidad de franciscanos observantes, solamente había en Italia 300 de estos religiosos. Cuando él murió ya había más de 4,000.

Los grandes sacrificios que tenía que hacer para predicar tantas veces y en tan distintos sitios, y los muchos ayunos y penitencias que hacía, lo fueron debilitando notoriamente. En su rostro se notaba que era un verdadero penitente, pero esta misma apariencia de austero y mortificado, le atraía más la admiración de las gentes. El único lujo que aceptó en sus últimos años, fue el de un borriquillo, para no tener que hacer a pie todos sus largos viajes.

Era tal su deseo de progresar en el arte de la elocuencia y del buen predicar, que donde quiera que sabía que había un buen predicador, se iba a escucharlo y aún ya lleno de años, se sentaba como simple discípulo para escuchar las clases de los maestros afamados que enseñaban cómo hablar bien en público.

Y acompañaba sus predicaciones con admirables milagros y prodigios.

En su ciudad natal, Siena, había muchas divisiones y peleas. Se fue allá y predicó 45 sermones que devolvieron la paz a toda esa región. Uno de los oyentes logró copiar esos sermones y se conservan como una verdadera joya de la elocuencia sagrada, donde se combinan la teología con los consejos prácticos y la agradabilidad con la profundidad. Verdaderamente Bernardino era un gran maestro de oratoria.

En 1444, mientras viajaba por los pueblos predicando, con muy poca salud pero con un inmenso entusiasmo, se sintió muy débil y al llegar al convento de los franciscanos en Aquila, murió santamente el 20 de mayo.
Su sepulcro continuó sangrando hasta que dos facciones de la ciudad fueron reconciliados.

En su sepulcro se obraron numerosos milagros y el Papa Nicolás V ante la petición de todo el pueblo, lo declaró santo en 1450 a los 6 años de haber muerto.

Predicador
(Año 1444)


San Bernardino de Siena:
Suplícale al buen Dios y pídele a la Virgen Santísima,
que nos envíe muchos y muy buenos predicadores, como tú.
Ay de mí si no propago el evangelio. (San Pablo).

domingo, 17 de mayo de 2009

SAN PASCUAL BAILON


17 de mayo

Religioso. Año 1592.

Le pusieron por nombre Pascual, por haber nacido el día de Pascua (del año 1540). Nació en Torre Hermosa, Aragón, España. Es el patrono de los Congresos Eucarísticos y de la Adoración Nocturna. Desde los 7 años hasta los 24, por 17 años fue pastor de ovejas. Después por 28 será hermano religioso, franciscano.



Su más grande amor durante toda la vida fue la Sagrada Eucaristía. Decía el dueño de la finca en el cual trabajaba como pastor, que el mejor regalo que le podía ofrecer al Niño Pascual era permitirle asistir algún día entre semana a la Santa Misa. Desde los campos donde cuidaba las ovejas de su amo, alcanzaba a ver la torre del pueblo y de vez en cuando se arrodillaba a adorar el Santísimo Sacramento, desde esas lejanías. En esos tiempos se acostumbraba que al elevar la Hostia el sacerdote en la Misa, se diera un toque de campanas. Cuando el pastorcito Pascual oía la campana, se arrodillaba allá en su campo, mirando hacia el templo y adoraba a Jesucristo presente en la Santa Hostia.



Un día otros pastores le oyeron gritar: "¡Ahí viene!, ¡allí está!". Y cayó de rodillas. Después dijo que había visto a Jesús presente en la Santa Hostia.

De niño siendo pastor, ya hacía sus mortificaciones. Por ejemplo andar descalzo por caminos llenos de piedras y espinas. Y cuando alguna de las ovejas se pasaba al potrero del vecino, le pagaba al otro el pasto que la oveja se había comidocon los escasos dineros que le pagaban de sueldo.



A los 24 años pidió ser admitido como hermano religioso entre los franciscanos. Al principio le negaron la aceptación por su poca instrucción, pues apenas había aprendido a leer. Y el único libro que leía era el devocionario, el cual llevaba siempre mientras pastoreaba sus ovejas y allí le encantaba leer especialmente las oraciones a Jesús Sacramentado y a la Sma. Virgen.


San Pascual (Villareal)


Como religioso franciscano sus oficios fueron siempre los más humildes: portero, cocinero, mandadero, barrendero. Pero su gran especialidad fue siempre un amor inmenso a Jesús en la Santa Hostia, en la Eucaristía. Durante el día, cualquier rato que tuviera libre lo empleaba para estarse en la capilla, de rodillas con los brazos en cruz adorando a Jesús Sacramentado.

VISIÓN DE SAN PASCUAL


Por las noches pasaba horas y horas ante el Santísimo Sacramento. Cuando los demás se iban a dormir, él se quedaba rezando ante el altar. Y por la madrugada, varias horas antes de que los demás religiosos llegaran a la capilla a orar, ya estaba allí el hermano Pascual adorando a Nuestro Señor.


Iglesia de la Inmaculada y San Pascual Bailon Paseo de Recoletos Madrid.


Ayudaba cada día el mayor número de misas que le era posible y trataba de demostrar de cuantas maneras le fuera posible su gran amor a Jesús y a María. Un día un humilde religioso se asomó por la ventana y vio a Pascual danzando ante un cuadro de la Sma. Virgen y diciéndole: "Señora: no puedo ofrecerte grandes cualidades, porque no las tengo, pero te ofrezco mi danza campesina en tu honor". Pocos minutos después el religioso aquel se encontró con el santo y lo vio tan lleno de alegría en el rostro como nunca antes lo había visto así. Cuando los padres oyeron esto, unos se rieron, otros se pusieron muy serios, pero nadie comentó nada.


Pascual compuso varias oraciones muy hermosas al Santísimo Sacramento y el sabio Arzobispo San Luis de Rivera al leerlas exclamó admirado: "Estas almas sencillas sí que se ganan los mejores puestos en el cielo. Nuestras sabidurías humanas valen poco si se comparan con la sabiduría divina que Dios concede a los humildes".

Sus superiores lo enviaron a Francia a llevar un mensaje. Tenía que atravesar caminos llenos de protestantes. Un día un hereje le preguntó: "¿Dónde está Dios?". Y él respondió: "Dios está en el cielo", y el otro se fue. Pero enseguida el santo fraile se puso a pensar: "¡Oh, me perdí la ocasión de haber muerto mártir por Nuestro Señor! Si le hubiera dicho que Dios está en la Santa Hostia en la Eucaristía me habrían matado y sería mártir.
Pero no fui digno de ese honor". Llegado a Francia, descalzo, con una túnica vieja y remendada, lo rodeó un grupo de protestantes y lo desafiaron a que les probara que Jesús sí está en la Eucaristía. Y Pascual que no había hecho estudios y apenas si sabía leer y escribir, habló de tal manera bien de la presencia de Jesús en la Eucaristía, que los demás no fueron capaces de contestarle. Lo único que hicieron fue apedrearlo. Y él sintió lo que dice la S. Biblia que sintieron los apóstoles cuando los golpearon por declararse amigos de Jesús: "Una gran alegría por tener el honor de sufrir por proclamarse fiel seguidor de Jesús".

Lo primero que hacía al llegar a algún pueblo era dirigirse al templo y allí se quedaba por un buen tiempo de rodillas adorando a Jesús Sacramentado.

Hablaba poco, pero cuando se trataba de la Sagrada Eucaristía, entonces sí se sentía inspirado por el Espíritu Santo y hablaba muy hermosamente. Había recibido de Dios ese don especial: el de un inmenso amor por Jesús Sacramentado.

Siempre estaba alegre, pero nunca se sentía tan contento como cuando ayudaba a Misa o cuando podía estarse un rato orando ante el Sagrario del altar.

Pascual nació en la Pascua de Pentecostés de 1540 y murió en la fiesta de Pentecostés de 1592, el 17 de mayo (la Iglesia celebra tres pascuas: Pascua de Navidad, Pascua de Resurrección y Pascua de Pentecostés. Pascua significa: paso de la esclavitud a la libertad). Y parece que el regalo de Pentecostés que el Espíritu Santo le concedió fue su inmenso y constante amor por Jesús en la Eucaristía.

Cuando estaba moribundo, en aquel día de Pentecostés, oyó una campana y preguntó: "¿De qué se trata?". "Es que están en la elevación en la Santa Misa". "¡Ah que hermoso momento!", y quedó muerto plácidamente.

Después durante su funeral, tenían el ataúd descubierto, y en el momento de la elevación de la Santa Hostia en la misa, los presentes vieron con admiración que abría y cerraba por dos veces sus ojos. Hasta su cadáver quería adorar a Cristo en la Eucaristía. Los que lo querían ver eran tantos, que su cadáver lo tuvieron expuesto a la veneración del público por tres días seguidos.



Sepulcro de plata de San Pascual Bailón en Villarreal.

Por 200 años muchísimas personas, al acercarse a la tumba de San Pascual oyeron unos misteriosos golpecitos. Nadie supo explicar el porqué pero todos estaban convencidos de que eran señales de que este hombre tan sencillo fue un gran santo. Y los milagros que hizo después de su muerte, fueron tantos, que el Papa lo declaró santo en 1690.

El Sumo Pontífice nombró a San Pascual Bailón Patrono de los Congresos Eucarísticos y de la Adoración Nocturna.


Querido San Pascual: consíguenos del buen Dios un inmenso amor por la Sagrada Eucaristía, un fervor muy grande en nuestras frecuentes visitas al Santísimo y una grande estimación por la Santa Misa.

Propagad la devoción a Jesús Sacramentado y veréis lo que son los milagros (S. J. Bosco).

sábado, 16 de mayo de 2009

SAN SIMON STOCK



Nace en el condado de Kent (Inglaterra) en el año 1165. Su apellido Stock hace alusión a un "hueco de tronco" donde de pequeño y de joven, Simón pasaba largas horas en oración como un ermitaño.
Cuando llega el primer carmelita a Inglaterra ingresa a la Orden. Lleva allí una vida ejemplar y piadosa.
En un capítulo general reunido en Aylesford fue nombrado general de la Orden del Carmelo. Desempeñará este servicio hasta su muerte.




Era muy devoto de la Virgen María, por lo que se le ha llamado "el amado de María". A Ella le componía himnos, que luego recitaba.
Una de sus mayores preocupaciones era la difusión de los carmelitas en Inglaterra y toda Europa; por ello funda diversos conventos en las principales ciudades universitarias como por ejemplo Oxford (Inglaterra), Cambridge (Inglaterra), Boloña (Italia) y París (Francia).



A él se le aparece el 16 de julio de 1251 la Virgen ( en ese entonces Superior de la Orden del Carmen) y le entrega un escapulario mientras le dice: "Toma este hábito, el que muera con él no padecerá el fuego eterno".
Llevar el escapulario constituye una promesa de morir en gracia y salir del purgatorio lo antes posible (a más tardar el sábado siguiente a la muerte). No es un amuleto o protector mágico sino es un compromiso a vivir en forma mariana o sea imitando las virtudes de la Santísima Virgen. Esta devoción se divulgó rápidamente.

Muere en Burdeos(Francia) el 16 de mayo de 1265, haciendo una visita pastoral. Es enterrado allí. Desde el año 1951 es trasladado a Aylesford.

El Escapulario del Carmen, consagración a Nuestra Señora



El Escapulario del Carmen, como regalo de la Santísima Virgen, es símbolo de una consagración. La propia Madre de Dios fue la que hizo alusión a esa consagración, cuando le dijo a San Simón Stock, en la gloriosa madrugada del 16 de julio de 1251: “…es un pacto de paz y amistad que hago contigo y todos los carmelitas…”. Como si dijese: quiero que este pacto que hago contigo, con fundamento en una eterna amistad, esté expresado en mi escapulario, como símbolo de la consagración que me hacéis al recibirlo.

La voz de la Iglesia

Muchos Papas a lo largo de los siglos manifestaron ser devotos del Escapulario. Destacan veinte Pontífices, nada menos, los que publicaron bulas apostólicas, aprobando sus privilegios y llenando de favores a las Cofradías del Carmen.

El Papa Juan Pablo II ha manifestado en muchas ocasiones su devoción al Escapulario del Carmen. Según sus propias palabras, él lo recibió cuando era joven:

“Debo deciros que llevasteis [vuestro testimonio] a ‘un’ muchacho, a ‘un’ joven [se refiere a sí mismo] y que dejó una marca para toda su vida, y estoy convencido de que lo hacéis a tantos otros…

ORACION

Dios Todopoderoso que suscitaste en san Simón Stock un amor ferviente a la santísima Virgen María bajo su advocación del Carmen, te pedimos que crezca cada vez más en nuestro corazón la devoción a la Madre de tu Hijo y que este amor produzca frutos de salvación. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

Padre nuestro... Avemaría y Gloria...

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